viernes, 15 de agosto de 2014

Elegía a Rodolfo Leiro, por Carmen Castejón Cabeceira









 Agosto día seis,
dos mil catorce en curso,
en Buenos Aires
tras una larga  lucha
tu pecho fatigado
se rindió a la muerte.


Al  saberlo ,Junín ,
con los brazos caídos
desfiguraba
por despedir a su hijo más ilustre,
y Galicia  entera,
bebiéndose el océano en los ojos,
 clamaba desde el huero
con sus bardos mas tristes.


Rodolfo Leiro
 Poeta,
Rodolfo Leiro
 Maestro,
Rodolfo Leiro
                                                                          padre.


                                                                     En este ahora
toco el árido espacio en que no habitas;
 grito inquiriéndote,
aferrándome  a ti
 y a tus perfiles,
 entre rotundas  sílabas.



Me dueles mucho más
 que esta elegía 
y no encuentro forma
de agarrarme a tu carne
ya de tierra cubierta ,
subterráneamente
descansando.



En lentitud mecido
por tus sonetos puros,
sin maletas, con todo,
callado,
pero sin nada acaso te marchaste.


¡Qué directas las luces
de esta vida
distanciando a los seres
sin  predecir  siquiera  despedirse ,
 porque a pesar
de ser conocedores
desde el comienzo
de  nuestra condición
 de finitos mortales,
criaturas efímeras,
no  esperamos nunca
el fin!


No puedo preguntarme porque tú,
pero lo hago.
Esta pregunta ahora
me provoca buscarte entre las gentes,
entre mis páginas
entre tus páginas,
buscarte  en la raíz del disco duro
de mi ordenador
para leer tus verbos y tus nombres
para  escuchar tu voz
y contemplarte.




Ya ves,
ya no soy digna
de que entres en mi casa,
no obstante ven,
¡si puedes ven
para abrazarte tanto como pueda
que no lo hice,
y llenarme de ti,
y guardarme un mechón de tu cabello!





Helado mi corazón
como la losa
 Impoluta
que te cubre,
cuando no queda mas
que este gemido loco
en mi esperanza
de sacarte de abajo y  ascenderte.



Sin perturbarte
en esa paz de muerto
que alcanzas
en tu tumba insondable,
recobro la cordura
a veces en las teclas
que nos hacían encontrarnos
y escribo en intervalos  contenidos.



Escribo sobre lágrimas,
escribo fragmentada ,
escribo  sin detenerme
ya nada es relevante:
solo tú en tu fosa,
y las medusas
mortíferas
transitando mi sangre
mordiéndome
los glóbulos .
                                                                        Escribo
que en Buenos Aires,
el seis de Agosto,
                                                         dos mil catorce en curso,
se ha Muerto mi poeta,
se ha muerto mi maestro.



Se ha muerto Rodolfo Leiro.


¡Se me murió mi padre
en Buenos Aires,
el día seis de Agosto!
¡se me murió mi padre!







Carmen Castejón Cabeceira

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