No podemos aceptar
que el amor pueda ser alguna vez
derrotado
R. Tagore
Desde el cerco de tu sueño,
todavía no debes renunciar
aunque se oponga el otoño.
Si el óxido enmohece la esperanza
y la raíz que puja,
es más fuerte la luz
que el témpano de hielo
del exterminio.
Si una mano invisible
tentara con la suerte
de las Fetales estrellas,
que por la hierba reptan desde abril,
nos queda remontar todos los ríos.
Cuando más adelante,
tu silencio madrugue
y se anticipe a mi beso:
habrá una primavera.
Desde la misma tierra bastaría una flor
sometida a la página
de un libro de Bukowsky,
para reconocer
la caricia más íntima del agua,
los secretos lascivos
que también contribuyen al amor.
Sin tí no tengo nada
ni siquiera ese pétalo que duerme.
No podré alcanzar los cursos
más altos si te rindes
y mi rabo de nube
se romperá en tu esquela.
Sin tí no tengo nada.
Quimeras abolidas,
razones de jardines en clausura,
mogollones de "kleenex".
¿Qué voy a hacer ahora,
si el óxido enmohece la esperanza?.
Es más fuerte la luz,
más constante el querer
que el odio emancipado.
Se reduce a papel la primavera,
pero llega el poema que me ayuda
a derretir la cera de cuartilla.
No, sin ti no tengo nada.
Pero no dejaré
que te anegue la niebla.
Recurriré al "Bizarro" de
Lisboa,
y al fado de Coimbra
que canta con la piedra bajo el musgo.
Recogeré las conchas de Carril
para reconstruir tu pecho herido,
el que quiere rendirse
de cada risa tuya
de cada beso tuyo,
y de cada más allá
que te compete.
Quiero decirte que estoy,
y que no me perdí.
Con toda mi resistencia
me devuelvo a tu amor,
al último reducto
sin mentiras extrañas,
en
donde no molesto cuando escribo
que no ha de ser posible tu derrota.
Carmen Castejón Cabeceira
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