Sobre colchones rotos
me ha tocado escribir.
Sigo perteneciendo
al siglo de los nómadas.
Aunque echo raíces,
siempre tengo el hatillo
a punto de salida.
La precaución se impone.
La osamenta es más ruda
al recoger la artrosis
que sostuvo tu lecho;
entonces es difícil
que una lágrima brote
para que yo la vea
Y me conmueva más.
Fluirá el llanto frío
como la espesa sangre
Por canales internos.
Tal vez han caducado,
desde arriba controlan.
Yo solo me preocupo
de levantarme ahora
Y caminar de nuevo.
Carmen Castejón Cabeceira
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