Elevo
las letras, cual patena dorada,
en el
templo de la imaginación.
De la
flor a los ojos;
de los
ojos a la mente;
de la
mente al papel,
cruzando
por el corazón.
Exprimo
las palabras,
para
que expresen cosas novedosas.
Pero
el verbo me sacude,
a fin
de que pronuncie lo inefable.
Escudriño
los vocablos, los zarandeo;
los
viro al revés,
como
si fueran calcetines viejos.
Quizás
así revelen otras esencias
o el
perfume de las rosas.
En mi
carro van las feas metáforas.
Cargo
a cuestas mi voz afónica;
e
ignoro la magia secreta de las letras.
Garras
de afasia inveterada
despedazan
las palabras cautivas.
Digo
lo que no quiero;
y
quiero lo que no digo.
Fracaso
en la feria de los decires;
y la
torpeza de las imágenes me delata.
Las
letras aladas se escapan,
como
se escapan las palomas de mis manos.
Aníbal Colón De la Vega
No hay comentarios:
Publicar un comentario