Cuando ya no me quieras, te querré más que nunca:
cuando yo sea apenas rutina de tus días.
Cuando tus pasos lentos pesen en tus olvidos
y la casa sea grande y te sientas ausente
y hasta olvides mi nombre y el nombre de las cosas,
de las flores, del agua, del sabor de los besos,
de las cosas que amas... yo te amaré en silencio
y tomaré tu mano y vestiré la mesa
con el mantel más limpio, con el blanco más blanco
y dispondré los platos como si fueran nuevos.
Pondré las rosas vivas, así como las llamas,
en el vaso del centro y haré que la mañana
entre por la ventana y acaricie tu pelo
y traeré el perfume que te gusta y tus brazos
serán jardín de otoño aromados de cielo.
Cuando tus ojos grises ya no miren mis ojos
traeré los gorriones y los pondré en tu mano
para que tú los sientas y que los acaricies
mientras tus labios tiemblan con suavidad de tiempo.
Pondré la misma música, te diré los poemas
y leeré las cartas que hacías en invierno
y me estaré a tu lado y te hablaré de todo
aunque tal vez ni escuches y pienses que este extraño
que te dice "amor mío" acaso sea un sueño....
(c) José Manuel Solá / 21 de diciembre de 2014
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