Él era sauce llorón,
muro de lamentaciones,
llanto bajo el ahuehuete,
Cortés de la noche triste.
Era Júpiter infante,
también Adonis y Edipo,
Jeremías quejumbroso,
Pedro más que arrepentido:
todos harto compungidos.
Y ella recogía en su rostro
un coro de plañideras.
A las banshees remedaba,
las mujeres del viacrucis,
a Isis y La Malinche.
Magdalenas lacrimosas
eran sus largas pestañas.
Fuente eterna de sollozos,
ojos arrasados y hondo
sentimiento de pesar.
Su clamor era elegía,
luctuoso canto invernal.
Aníbal Colón De la Vega
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