Amores
de luna nueva,
cuando se retira el sol
bajo el leve resplandor
de las lejanas estrellas.
Ya la luna se ha escapado
con el sol crepuscular:
cantemos, pues, el cantar
de los antiguos letrados.
Mucho ansío que las sombras
se traguen el postrer lampo
que punza el oscuro manto
y aún las montañas dora.
Ven conmigo, esposa mía:
la noche cerrada espera,
se apagaron las candelas,
de negro se viste el día.
Contigo yo cambiaría
los abrazos encendidos
y los arrullos divinos,
en espesa serranía.
Como tálamo, el balcón;
y por tejado, los astros;
lejos de todo boato,
nos encontrará el amor.
Ven, amada, a tu posada
donde geranios y lirios
se besan en puro idilio.
Oh dicha, siempre anhelada.
Que solamente se escuchen
las cigarras de verano,
mientras se estrechan las manos
y el secreto se descubre.
Caminemos por quebradas
y por montes escondidos;
saciémonos en los ríos
y en las sublimes fontanas.
Báñenos la lluvia fina
y regresemos al lecho
donde nos sorprenda el sueño
jubiloso de la vida.
Amores de luna nueva,
complicidad de los cielos;
de la noche los misterios,
me entregaste, mujer bella.
Amores de luna nueva,
sean testigos las estrellas.
cuando se retira el sol
bajo el leve resplandor
de las lejanas estrellas.
Ya la luna se ha escapado
con el sol crepuscular:
cantemos, pues, el cantar
de los antiguos letrados.
Mucho ansío que las sombras
se traguen el postrer lampo
que punza el oscuro manto
y aún las montañas dora.
Ven conmigo, esposa mía:
la noche cerrada espera,
se apagaron las candelas,
de negro se viste el día.
Contigo yo cambiaría
los abrazos encendidos
y los arrullos divinos,
en espesa serranía.
Como tálamo, el balcón;
y por tejado, los astros;
lejos de todo boato,
nos encontrará el amor.
Ven, amada, a tu posada
donde geranios y lirios
se besan en puro idilio.
Oh dicha, siempre anhelada.
Que solamente se escuchen
las cigarras de verano,
mientras se estrechan las manos
y el secreto se descubre.
Caminemos por quebradas
y por montes escondidos;
saciémonos en los ríos
y en las sublimes fontanas.
Báñenos la lluvia fina
y regresemos al lecho
donde nos sorprenda el sueño
jubiloso de la vida.
Amores de luna nueva,
complicidad de los cielos;
de la noche los misterios,
me entregaste, mujer bella.
Amores de luna nueva,
sean testigos las estrellas.
Aníbal Colón De la Vega
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