Hoy ha llovido
Y no me importa.
Camino por las calles
de tu nombre de agua
y me acogen
todos los seres
dichosos de la tierra:
con todas las sonrisas
con todos los ojos
con todas las manos,
y aunque hoy ha llovido
y Camino tal vez
sin rumbo cierto,
acudo a la orden
de tus sílabas
que son
música,
y yo canto a su compás
Eduardo,
no puedo prescindir
de tu melodía.
Mis pasos innegables
me llevan a este canto
que me obliga
a lo feliz.
Eres mi único acierto,
el único registro
de fe entre mis camas rotas,
por eso es que te amo
¡Y como te amo!
Y te canto Eduardo
Por las calles de todos,
hoy ya nuestras,
y te lo hago saber
aunque
puede que esté loca
porque corro y grito
y llamo al eco
para renombrarte.
Y te lo hago saber.
¡Es tan sublime
sentir tu nombre al viento!
Y te lo digo
Te amo desde el jardín
de tu casa
hasta la última escalera de mi piso.
Te amo desde el primer
eslabón de mi memoria
a la última altura de tus ojos.
Y te lo hago saber,
porque este es tu canto Eduardo.
Un canto que ignora
a la lluvia o al sol,
que solo emite los fonemas
de tu húmedo nombre
desde la parte de atrás
de mi faringe,
que es la que comunica
con tu espalda.
Camino por las calles
de tu nombre de agua
y me acogen
todos los seres
dichosos de la tierra:
con todas las sonrisas
con todos los ojos
con todas las manos,
y aunque hoy ha llovido
y Camino tal vez
sin rumbo cierto,
acudo a la orden
de tus sílabas
que son
música,
y yo canto a su compás
y digo a todos:
se llama Eduardo
y es mío desde hoy
¡óiganlo bien!
Y este es su canto
porque le amo.
¡óiganlo bien!
Y este es su canto,
¡Y cómo le amo!
¡óiganlo bien!
Porque el desde hoy
es mío.
(c)Carmen Castejón Cabeceira
Gracias, querida Carmen, por exponer este nostálgico poema. Mi abrazo. ERdelVallle.
ResponderEliminarEs un canto que estremece. Hay tristeza pero ilusión. Un canto triangulad en varias aristas que no se pueden desconocer. ERdelValle.
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