Te conocí cuando la tierra exhaló las primeras auroras
y los árboles se poblaron de pájaros y estrellas.
Te conocí en las flores que se abrieron bajo el rocío de la media luna,
cuando los hombres construyeron los puentes colgantes
de madera, de amor y de palabras.
Te conocí en la lluvia de verano, el regocijo verde de las hojas,
en la canción del viento, en la mirada dócil
de los recién nacidos en el tiempo
y en las caracolas del cosmos en lo alto.
Te conocí vestida de neblina y jazmines,
con las manos abiertas al nuevo sol, a todos los albores
de la vida infinita.
Te encontré. Te conocí cuando los girasoles se volvieron a verte
como un río que pasa.
Te encontré en el silencio que inventaban los versos de tus ojos,
la amapola del beso, el calor de tus senos que anunciaban el alba....
Te conocí desnuda como el sueño de un gorrión dormido
sobre mi pecho,
como una hoguera aleteando detrás de las montañas,
con olor de azahares
y pétalos amanecidos y naranjas...
Y me diste las uvas y libé de tu vino
como se liba el sol entre las abras...
Así nació el amor al primer día, al primer beso,
a la primera luz del alba...
(c) José Manuel Solá / 10 de noviembre de 2014
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