Desde que me olvidaste las noches son más largas,
más ausentes del tiempo, de las horas que caen
del viejo calendario de poemas y besos
donde marcamos fechas y jazmines
y un eco de campanas...
Siempre que tú me olvidas suceden estas cosas
y me voy por la vida, así, como si nada,
caminando al desgano por las cosas que fueron
de puerta en puerta y voy al desencuentro
con las lluvias más altas.
El silencio es el hilo que cuelga de tus ojos,
de una luna perdida, de una estrella lejana,
desde que olvidaste los barcos, desde que de mis manos
voló la primavera con un rumor de alas.
Y por eso ahora quiero que me olvides del todo
hasta el último fuego detrás de las montañas...
(c) José Manuel Solá / 2 de noviembre de 2014
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