Las esquinas hablan una
teoría en la sangre. Son como las efemérides, doblegan los nombres como
radiales en las axilas. Caminan desde lo alto del hombro hasta el dedo de Dios
de la coherencia.
El calor es un punto en el
costado de las acequias. Irreverente.
Así me encuentro en las
letras.
Ayer miré los cuadros de
antaño que movían pausadamente el crisol de sus destellos.
Y me contoneo
tranquilamente al hormigueo de los zapatos, en las aceras.
Voy a consumir la raya de
las cervezas, y la prontitud de los estiletes.
Isabel Rezmo
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