me detuvo rumbo al olvido, aura
tardía, hálito,
aliento, soplo, paréntesis
otoñal no presentido.
Ella,
cenizas de amor traía en singular vuelo
sin
alas ni trinos y yo, desojando ayeres, rueca
de
pasos cansados hilando caminos.
Le dije
“prosigo” y brotó de su fontana
un indeleble
“quédate”, “quédate”
con
atenuada voz de último latido
como un
gemido, como una espuma,
como un
vahaje, como un suspiro……
y fue
mi silencio un derroche de voz estremecida
al
comprender que a su musitar presté mi oído
Tal
vez, sólo tal vez olvide que iba al olvido
y le
abra mis brazos de hoguera extinguida
un
domingo triste como todos los míos
y la
garúa monótona de mis sentidos procree
ríos diminutos para su íntimo bogar fatigado
y sea
yo el puerto de su viaje postrero
o el
nido de gorriones heridos…… perfume abedul……
acaso
no es tarde para deshilar el olvido.
enero 2014
Carlos Román Ramírez
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