Por
dentro de tus pies
un
poste kilométrico
me
informa
del
tramo que me queda
para
alcanzar el vértice
del
pliegue de tu cuello.
Camino
lentamente
muriendo
a cada paso
en
la noche alargada
por
esas manos tuyas
que
en mi espalda se astillan,
esperando
el volumen
de
mis besos turbados
presagiando
esos ojos.
En
esta encrucijada
dudo
para quedarme
y
rendirme a tus labios.
Lo
que vive está aquí,
cercado
en estos márgenes
de
largísimo cuerpo.
Tropiezo
en las rodillas
como
entregadas playas
se
me ofrecen ahora.
Voy
a besar
sus
rótulas.
No
puedo resistirme
a
sus pulidos cantos.
No
es fácil confundirlos,
hay
murmullos de músculo
concretos.
La
duda es imposible.
He
alcanzado la cima
el más puro perímetro.
Con
ese tentempié
hago
el muerto en tu pecho,
encima
de los cráteres.
-
Dime, dime; te escucho-
En
la última curva
allí
me esperas.
(c)Carmen Castejón Cabeceira
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