Blanca... pasa la nube
Pero de esa blancura especial
De la que nunca hablan
los meteorólogos
ni siquiera los cosmonautas,
porque no son locos ni poetas
y nunca han sentido una nube
blanca, ni gris, ni negra
en el centro apocaliptico del alma.
Y en silencio... Pasa la nube en silencio,
ese silencio demencial
como nata de niebla matutina.
Pero no ese silencio sideral
ni el silencio
callado de los camposantos,
sino ese otro que se escucha
en el bullir de la sangre,
en el estallido de un beso
o en el rompimiento de la crisálida.
Un silencio así,
que se hace silencio maduro y redondo como fruta.
Asi pasa esta nube que llega desde el Sur,
blanca y en silencio como mi alma...
como mi alma.
Ernesto R. Del Valle
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